Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el Universo, reflejo de su estructura, será también un misterio
(Santiago Ramón y Cajal)


13 de agosto de 2008

Úlcera, emociones y Helicobacter

Muchos de nosotros hemos relacionado las situaciones de “nervios” con las alteraciones estomacales e intestinales. A más de uno he oído decir, con una frase bastante expresiva, que “los nervios se le han agarrado al estómago”. Es difícil no aceptar que las situaciones de estrés prolongado pueden ser responsables de un cuadro de úlcera estomacal. Selye, en su libro sobre El estrés de la vida (1976), escribe unos párrafos muy sugerentes:
“Durante la segunda guerra mundial se produjeron verdaderas epidemias de ‘úlceras por ataque aéreo’ en la población de ciudades muy bombardeadas de la Gran Bretaña.
Inmediatamente después de un bombardeo intenso, se presentaba al hospital una cantidad inusitada de personas con úlceras duodenales o gástricas sangrantes que habían aparecido de un día para otro, por así decirlo. Muchas de las personas afectadas no habían sufrido lesiones físicas en el ataque aéreo pero, por supuesto, sufrían intenso estrés por extrema excitación emocional”.
Esta relación entre el estrés y la úlcera de estómago parecía científicamente demostrada, pero se empezó a poner en tela de juicio a raíz del descubrimiento de que esa lesión gástrica era producida por una bacteria que tenían en su estómago las tres cuartas partes de los ulcerosos: se llama Helicobacter pylori.
Había poco que discutir: ni nervios, ni nada, una simple bacteria que si se le ocurre vivir en la pared del estómago puede agujereárnosla. Sin embargo, cuando se realizó un estudio de personas sanas se descubrió que el mismo porcentaje ¡tenía de inquilina a la dichosa bacteria! Por tanto, ¿cabía atribuir a la bacteria la responsabilidad única de la úlcera gástrica?
Lo seguro es que las personas con úlcera estomacal mejoraron al ser tratadas con antibióticos que destruían la bacteria pero… también mejoraban los pacientes que fueron tratados con el fin de mejorar sus situaciones estresantes. Además, en 1992, Henke había publicado un trabajo en el que relacionaba la patología estomacal y algunas regiones cerebrales; así, cuando se estimulan eléctricamente algunas zonas de la amígdala (esa porción encefálica tan implicada en las emociones), se producen dos fenómenos fisiológicos fundamentales para el desarrollo de la úlcera de estómago: por un lado, aumenta la secreción de ácido clorhídrico por parte de las glándulas gástricas, por otro, disminuye el flujo sanguíneo a las paredes de esa víscera.
Por todo lo anterior creo que, sin descartar otras razones, los agentes estresantes juegan un papel fundamental en la etiología de la úlcera gástrica.